domingo, 16 de octubre de 2011

Hoy salí al mundo de nuevo

Hoy salí al mundo de nuevo, y por un momento temblé de miedo al darme cuenta que podría resultar caer de nuevo en lo mismo de toda la vida. Un hombre que no ha dejado su infancia y que no cree que merece lo que tiene, que sabotea sus logros y que está cómodo y sobreprotegido. Salí por la puerta que por un fin de semana arropó mis sueños, mis metas y el enorme crecimiento que tuve, y cuando miré atrás me di cuenta porque estaba en realidad aterrado. Mis piernas temblaban no por lo que pensaba que iba a enfrentar, sino por lo que se que dejé atrás, justo en ese salón, en sus sillas, sus paredes y su piso alfombrado. Dejé atrás todos mis pretextos de decir que no puedo lograr mis sueños, porque logré cosas que en mi vida había pensado que iba a poder lograr. Dejé atrás mi miedo al rechazo, porque se por primera vez en mi vida que no hay forma alguna de cambiar lo que soy, y que la parte que no me gusta es tan mía como la parte que amo de mí, y comencé a amarme de verdad, sin miedo a ser lo que no soy, porque eso es imposible. Dejé atrás mi miedo al éxito porque recobré el poder que tengo, y me di cuenta por completo del hombre tan poderoso que siempre he sido, y que así me percibe el mundo. Dejé atrás mi impetuosa necesidad de buscar llamar la atención, porque por fin entendí que no era yo quien la buscaba, sino un niño de 7 años lastimado porque no lo aceptaban como era. Dejé atrás toda posibilidad existente de no lograr mis sueños, y esto último es probablemente la carga que me ha costado más trabajo dejar atrás, porque no existe forma en que pueda volver a justificar un acto o acontecimiento en mi vida, sin estar 100% conciente de que yo lo generé, y eso significaría regresar al salon, abrirlo y tomar de nuevo todas las cargas de las que me he liberado.

Así es, dejé atrás muchas cosas, pero a su vez cargo con otras más, que lejos de estar incrustadas en mi cuerpo causando heridas, aligeran al mismo, dejándolo tan ligero como el mismo viento. Me llevé un contrato que dice que soy un hombre poderoso, valiente y amoroso, un contrato que deja de manera muy clara quien soy yo a partir de éste momento (o quien siempre fui y no quise aceptar) Llevo conmigo también la seguridad de que puedo superar mis miedos, no creyendo que nunca más los voy a sentir, sino siendo responsable con mi sentimiento y pasando por ellos, creando más poder a mi vida. Pude haber dejado muchas cosas que por años justificaban mi paso por la vida, pero me llevo la única cosa que realmente vale la pena al menos en mi vida. Me llevo a mí mismo entre mis brazos como un ganador, un hombre que va a ir por sus sueños de forma incondicional, y que elige de manera responsable en su vida. Por fin entendí que la felicidad real no se encuentra en el estado de euforia latente, sino en un estado de paz y centro.
Es hora de crecer, pequeño niño de 8 años enojado. Ya no tienes pretextos para generar en tu vida lo que sabes que no quieres

Te amo muchísimo, y estoy orgulloso de tí
Soy un hombre poderoso, valiente y amoroso!

No hay comentarios:

Publicar un comentario